Artículo por JOSÉ TOMÁS RODRÍGUEZ DE PAZ
David (el abuelo), responsable del Restaurante Carmen, en la urbanización Celta, de Los Llanos de Aridane, colabora en las charlas que se imparten por los centros educativos en defensa del sector turístico, al igual que Miguel Fuentes Ávila, responsable del Café Marex, que junto a su equipo te llenan de «buen rollito y energía positiva». Bien.
Las charlas están bajo el marco del programa «Turismo somos todos»; la foto corresponde a un encuentro en un Instituto de Enseñanza Secundaria, y sí en esos momentos la situación era una, hoy no es menos, aunque seguramente hoy estaríamos diciendo «La Palma somos todos» y no sólo aquí, la solidaridad desprendida por la catástrofe del volcán viene desde muy lejos y también desde muy adentro, de ese #espírituindianostodoelaño que no se dice en el tono festivo, ni mucho menos, sino en la visión, misión y valores que tiene la población de La Palma en esa comunión de solidaridad ante episodios tan desilusionantes como el que se está viviendo y padeciendo, aunque también sabiendo que de ésta vamos a salir juntos, toda persona afectada, todos los municipios y toda la isla, quizá, hasta toda Canarias.
Y es que, mirándolo desde varias ópticas, agricultura y agua somos todos, plataneros somos todos, turismo somos todos, y también la industria (logística, lógicamente, también, porque vivimos en una isla) y comercio, somos todos, al igual, que Administración, no seamos todos pero nos afecta a todas las personas que aquí conviven.
No es lo uno o lo otro, sino lo uno y lo otro: «be water…»
Sí, todo nos afecta; y por eso, nos ayudamos todos quizá, aunque más bien, sea por esa unidad que subyace bajo la piel, cuándo ésta se «eriza» y se pone a flor de piel, sobresale, se erige en solidaridad, como lo está haciendo en estos momentos, en un rasgo distintivo y genuino, lleno de autenticidad, tal cual se está valorando por «aquellos» de más pa’llá. Chapó por la gente de la isla de La Palma.
La comunicación sin embargo, tiene aún muchas oportunidades de mejora; sabemos que es difícil, muy difícil comunicar bien, ya que no hay más que mirarnos el ombligo para darnos cuenta lo que nos cuesta, los problemas que nos genera, sin observar al otro sino a nuestro entorno cercano, donde a veces, nos dejamos influir incluso por bulos porque preferimos transmitir lo que nos llega sin reflexionar. Y, aunque sean pocos, ¡ufff!
Creemos en informaciones por venir de quien nos llega, porque no dudamos de ésta persona, sino porque se reproduce el «error» de no haberlo reflexionado en un humano acto de no hacernos preguntas y nosotros tal cuál jugador, le damos «bola», acrecentando el dispendio, como aquellas otras personas que tenemos por «alegadoras» y tan poco alentadoras para el espíritu del respeto, de la presunción de inocencia y hasta nos cegamos en el «humilde» ejercicio del «#correveydile». Posiblemente, estemos llenos de científicos, de ingenieros, de médicos (permítanme que no lo ponga en términos de «igualdad» porque quizá los hombres, lo sean más) «espetando discusiones» en diálogos innecesarios con desgaste de energía, que más valía, arrimar tierra a la viña