
Artículo por MILA LORENZO
La supervivencia ante la adversidad es cuestión de adaptabilidad y hacer cambios. En esa “mochila de emergencia para la adversidad” deberíamos llevar: Longanimidad. Es la estrecha relación entre la perseverancia y constancia de ánimo frente a los
obstáculos y las adversidades. También se refiere a la benignidad, la clemencia y la generosidad. A veces se confunde con la resiliencia.
Resiliencia. Ser resiliente no tiene que ver con la capacidad para “aguantar” situaciones difíciles en la vida. En realidad el concepto se aplica expresamente a la capacidad para «superar»
situaciones difíciles, adversas, que nos causan dolor y sufrimiento, utilizando nuestros recursos y fortalezas.
Fortaleza. Es la capacidad de afrontar las situaciones más complejas de nuestra vida y aún así mantener nuestros pensamientos positivos y enfocados, mantenernos sin desmoronarnos frente a la adversidad, tener la capacidad de sufrir sin aniquilarte, para lo cual necesitamos tener muy claro los motivos que nos mueven o nos llevan a la acción.
Temple. Hace referencia a la serenidad que se requiere para enfrentar la adversidad o el sufrimiento.
Valentía. La fuerza de voluntad que se necesita para ir a la acción, a pesar de sentir miedo, incertidumbre e inseguridad.
Capacidad de aprendizaje. Porque de cada situación, sobre todo de las adversas, podemos sacar información y aprendizaje valiosísimo.
No hablamos de normalidad. Hablamos de adaptación.
NO ESTÁS SOL@