En cualquier modelo de ciudad “suave” se propician las relaciones entre los espacios y las personas. El urbanismo desde luego que contribuye a ello, a la vez que lo hacen los propios proyectos bien pensados para la convivencia y usos de la ciudadanía en los diferentes tipos de ciudad.
Partiendo de que la foto sólo sirve para ilustrar, sin embargo sirva de ejemplo sin juzgar, porque no se trata de opinar sobre hechos, aquí o allá, sino de recordar el deber de la arquitectura y también de la ingeniería civil, ya que el urbanismo no es materia exclusiva de la primera, el repensar la “nueva ciudad”, allá donde sea, ya que los diferentes usos de una trama, depende de dónde sean, atraen y expulsan, y de debe “elucubrar” sobre el saldo final anticipadamente, para evitar un desequilibrio posterior no pretendido, si bien, afortunadamente, en la mayoría de casos, el resultado es de saldo positivo, no solo mejorando el espacio urbano preexistente lo que siempre resulta evidente sino conseguir hacerlo coherente con los usos previos, nuevos y esperados posteriores al desarrollo tanto de zonas comerciales abiertas como de otros espacios de encuentro entre los residentes y visitantes.
Desde luego, hay que pensar en la silver economy que nos viene, pero también pensar en ella en términos de accesibilidad en aquellas otras tramas que resultan una barrera para la propia supervivencia y que puede promover un riesgo de aislamiento en su propia ciudad.
Siempre que haya accesibilidad, posibilidad de desenvolvimiento y que así sea percibido su valor, especialmente por sus residentes, todo irá a favor.
En cambio, puede haber zonas afectables donde la “típica” solución, no lo sea. Ahí, planificación.